As mother, mentor, visionary, healer, and student of life, Anetta loves empowering individuals to create and travel their own transformative journeys. She practices and teaches Energy Medicine with the Four Winds. Through her synthesis of Psychotherapy, Body practices, Mind practices and Energy Medicine, she tailors holistic and personal approaches to each individual's Life Quest.
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Sanar sus emociones mediante la neuroplasticidad
Hay muchas escuelas de pensamiento sobre las emociones, pero no existe una teoría o taxonomía de las emociones universalmente aceptada. Algunos biólogos hablan de que un tipo de emociones son instintivas y generadas por la amígdala (que participa en el procesamiento de la memoria de las reacciones emocionales), y otro tipo son generadas por la corteza prefrontal, y son conscientes, y por tener experiencias cognitivas.
Emociones cognitivas son conscientes, originales y del momento. Es natural sentirse feliz, enfadado o triste en distintos momentos de la vida, y a menudo sin motivo alguno. Ningún pensamiento positivo nos librará de sentimientos desagradables ocasionales. Afortunadamente, estos sentimientos no duran mucho. Las emociones cognitivas no son una carga, ni ocupan espacio en nuestra conciencia, y el mero hecho de recordarlas ofrece una sensación breve y pasajera. Podemos recordar a nuestra amada con cariño, a nuestro amor de la infancia con amor o al matón del colegio con miedo. Estas emociones son razonadas y tienen sentido con la situación a la que pertenecen.
Emociones instintivasPor el contrario, las enfermedades cardiovasculares son tóxicas y se producen por antiguos instintos de supervivencia -a menudo unidos a recuerdos latentes de traumas- que están grabados en el cerebro. Las emociones tóxicas del miedo, la pena, la envidia y la ira, que a menudo son apasionadas, a veces violentas y siempre agotadoras, nunca son experiencias del momento presente únicamente. De hecho, podemos pensar en ellas como erupciones causadas por traumas que quedaron impresos en el tejido mismo de nuestro ser.
Las emociones instintivas perduran y pueden apoderarse de todo nuestro neuroordenador. Estas redes neuronales nos hacen perder años preciosos en un matrimonio enfadado o encadenados a un trabajo insatisfactorio y frustrante. Al final, puede que dejemos el trabajo o abandonemos el matrimonio, sin darnos cuenta de que lo que tenemos que cambiar son las redes neuronales a través de las cuales nos relacionamos con nuestro entorno y situaciones actuales.
Las redes neuronales son una arquitectura plástica y dinámica, una constelación de neuronas que se encienden momentáneamente para realizar una tarea específica. Por eso, cuando reflexionamos sobre un determinado pensamiento (bueno o malo) o practicamos una determinada actividad (beneficiosa o perjudicial), reforzamos las redes neuronales que se correlacionan con esos pensamientos y habilidades. Cada vez que una situación nos recuerda una experiencia de miedo o peligro real de nuestro pasado y afloran emociones instintivas, se refuerza esa red neuronal específica. Reforzamos las emociones tóxicas y las redes neuronales de nuestro cerebro límbico y empezamos a crear creencias subconscientes sobre la vida. Estas creencias impulsan nuestras acciones y reacciones en todas las experiencias.
Durante muchos años, la psicología abrazó la idea de que las emociones destructivas podían repararse con terapia, una visión que hoy cuestionan algunos profesionales, que incluso debaten la legitimidad de la propia psicología. La atención de los medios de comunicación y el diálogo abierto han ayudado a muchos de nosotros a comprender cómo los acontecimientos dolorosos y los traumas vividos en la infancia han moldeado nuestra personalidad. Sin embargo, este conocimiento no ha servido para reconfigurar las redes neuronales de nuestro cerebro que nos mantienen atrapados en estas historias.
Así que, para mejorar, tenemos que empezar por curarnos a través de la neurogénesis.
En los años 90, el neurólogo Peter Eriksson descubrió que nuestro cerebro experimenta neurogénesis, es decir, que somos capaces de hacer crecer nuevas células cerebrales a partir de células madre neurales. Las células cerebrales que perdiste en tus días de borrachera universitaria, o las que se perdieron debido a lesiones o al Alzheimer, pueden reponerse. Al mismo tiempo, podemos crear nuevas redes neuronales, es decir, estructuras cerebrales que se forman cuando las experiencias hacen que las neuronas se disparen y se comuniquen entre sí a través de unas estructuras parecidas a brazos llamadas sinapsis. El sistema de sinapsis funciona eficazmente para garantizar que la información viaje con rapidez por el cerebro y el sistema nervioso.
Pero, ¿y si queremos que esa información viaje de otra manera, por una nueva ruta que apoye nuevas creencias e ideas? ¿Y si queremos recordar un acontecimiento pasado no con miedo y resentimiento, sino con compasión y orgullo por haber superado un trauma? Podemos empezar a sustituir la antigua red neuronal por una nueva y reforzarla para que la antigua se jubile definitivamente.
Hay varias formas de favorecer el crecimiento de nuevas células cerebrales y nuevas redes neuronales. Una es haciendo ejercicio unas horas a la semana, aumentando una sustancia reparadora del cerebro llamada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro). Otra es ayunar durante un día o una noche. Nutrientes como la curcumina (también conocida como la especia cúrcuma), el DHA (ácido docosahexoenoico) y los ácidos grasos omega-3 aumentan el BDNF. También podemos aumentar el BDNF mediante la estimulación intelectual con actividades nuevas, sobre todo si se combinan con actividades físicas (por ejemplo, moviéndose de formas nuevas en lugar de hacer ejercicio de memoria en un aparato del gimnasio local).
Los chamanes y los antiguos pueblos indígenas comprendían que las prácticas espirituales de meditación y atención plena alteran nuestra forma de pensar, percibir y sentir, no sólo cuando experimentamos ecuanimidad, calma y unidad con las fuerzas de la naturaleza, sino también cuando volvemos a nuestras vidas cotidianas. Si las acciones físicas y mentales novedosas aumentan el BDNF, tiene sentido que los cambios de percepción que experimentamos cuando tenemos una práctica espiritual regular influyan también en nuestra neurogénesis y en el recableado de la red neuronal.
Para el chamán, no hay separación entre el cuerpo, la mente o el espíritu. Todos los enfoques de la curación afectan a los tres aspectos de nuestro ser.
¿Qué puede hacer hoy para crear nuevas redes neuronales y estimular la producción de BDNF?