Somos nuestras historias

Como naciones e individuos, somos el producto de las historias que nos contamos sobre nuestros orígenes, nuestra infancia, nuestra vida y nuestros roces con la muerte. En nuestras historias personales, podemos sentirnos heridos por el rechazo. Entonces, todos hemos experimentado la pérdida de un ser querido y la sensación de quedarnos solos para valernos por nosotros mismos en el mundo.

Cuando nos vemos a nosotros mismos como víctimas en esas trágicas historias, podemos convertir ese dolor o esa pérdida en una disculpa por no ser creativos, o en una excusa para no «aparecer» en nuestros matrimonios y familias. Pero cuando podemos sobrevivir a la pérdida, la derrota, el abandono, el rechazo y el fracaso y, en cambio, extraer importantes lecciones de esos intensos encuentros con el destino, entonces nuestras historias se convierten en epopeyas de gran heroísmo en las que nosotros somos el protagonista.

Para este ejercicio, coge papel y boli y escribe un cuento de hadas de una página que empiece por «Érase una vez…». Incluye una princesa o un príncipe, un guerrero o una guerrera y un dragón, pero deja que la historia se desarrolle y gane en complejidad a medida que entrelazas otros personajes y aventuras. Si esto te parece infantil, permítete serlo por unos instantes.

Más tarde, hoy o mañana, elige a alguien que te ayude a comprender el significado de este cuento de hadas. Lee tu historia en voz alta a un amigo o compañero y busca temas. ¿De qué género es: aventura, romance, una historia de desesperación o una búsqueda del amor o la fortuna? ¿Quién es el protagonista: la princesa, el dragón, el guerrero, en otro personaje?

Ahora cambia el tiempo del pasado al presente y reclama, para ti, todas las acciones del personaje principal. Por ejemplo, puedes cambiar «y entonces el rey abandonó a la princesa mientras su castillo estaba siendo asaltado» por «y entonces el rey me abandonó mientras mi castillo estaba siendo asaltado».

Observa cómo cambia el tono y el significado de la historia. Esto revelará algunas de las creencias inscritas en las redes neuronales primitivas de su cerebro. Ahora reescribe la historia, poniendo a tu personaje en la piel de un héroe o una heroína que emprende un viaje en busca de sentido. Por ejemplo, pasas de ser «una princesa que es abandonada por su familia cuando su castillo es asediado» a «una valiente doncella que sigue la llamada de su corazón para explorar el mundo y descubrir su propósito en la vida, su razón de ser, a pesar de todas las adversidades a las que tuvo que enfrentarse».

Al reescribir tu historia personal, puedes descubrir, por ejemplo, que el divorcio de tus padres no es una historia de abandono, sino una oportunidad para aprender a ser resistente y valiente en los primeros años de tu vida; que no estar casado no es un fracaso en el amor, sino una oportunidad para desarrollar tu atención y generosidad hacia los demás; que ser humillado por las circunstancias de la vida es una oportunidad para dejar a un lado el orgullo y practicar la humildad.

Luego lee tu historia reescrita como la parábola que es. Identifícate con las lecciones y los dones que experimentas en las historias de tu vida… y en tu vida. Y mientras lees, recuerda que tu corteza prefrontal está trazando los caminos para tus nuevas redes neuronales de alegría, paz interior e iluminación.

Asegúrate de escribir tu historia y compartirla esta semana antes de la próxima entrega de la serie de este mes «Encuentra tu propósito».