Recordar nuestra naturaleza infinita

Cuando tu mente empieza a elaborar una historia sobre cómo te han hecho daño, o a pensar en cómo podría ser nuestra vida si sólo pudieras encontrar la pareja o la situación perfectas, o si sólo pudieras evitar caer enfermo, ¡tienes que pisar el freno! Lo hacemos a través de la práctica chamánica de la «no-mente».

Una de las formas clásicas de practicar la «no-mente» es cuando nos enfrentamos al miedo a la muerte o a la pérdida, ya sea del cuerpo, de una forma de pensar, de una relación, de un trabajo o de un sueño. La «no-mente» te permite experimentar que nuestra naturaleza es trascendente e imperecedera, infinita.

El conocimiento de tu esencia infinita debe ser visceral para que sea verdad. En las sociedades chamánicas de todo el mundo existe un encuentro simbólico con la muerte en el que el iniciado experimenta la continuidad sin fisuras de la vida más allá de su existencia física.

Cómo saborear el infinito

En Occidente, ya no recordamos cómo morir con gracia. Muchos mueren con miedo, desconectados de su esencia trascendental, sin haber dicho «te quiero» y «te perdono» a sus seres queridos, palabras que serían tan sanadoras para ellos y sus familias. Intentamos hacer invisible la muerte, pensando que si la ignoramos durante el tiempo suficiente, simplemente desaparecerá, que sólo les ocurre a los demás.

Hace poco impartí un curso en línea titulado El elixir inmortal de la inmortalidad con Bob Thurman, eminente budista y profesor de la Universidad de Columbia. Compartimos las prácticas tibetanas y andinas para saltar al infinito antes de morir. En el curso compartí la historia de una chamán que murió tras una larga enfermedad y cómo apareció durante su velatorio y susurró desde el mundo invisible: «¿Por qué estás triste? No estoy muerta. Hacía años que no me sentía tan viva». DESPIERTA entonó con esa voz suave que usan los espíritus.

Mi ejercicio favorito para convertir la muerte en una aliada -lo que los maestros del Himalaya llaman las enseñanzas de la impermanencia- es la meditación respiratoria YO SOY MI RESPIRACIÓN. Repite en silencio YO SOY al inhalar, y MI RESPIRACIÓN al exhalar. Tres minutos al día.

El origen de la palabra espíritu es aliento. Y todos hemos oído que «En el principio existía el aliento… y el aliento era Dios». La palabra inspirar y expirar tienen la misma raíz. Practica esta meditación de «no mente» por la mañana temprano hasta que alcances tu naturaleza infinita con cada célula de tu ser.

En Espíritu

Alberto Villoldo