Sabiduría transformadora de los jaguares

En la cultura occidental, valoramos la mente para dar sentido al mundo y a nuestras experiencias. Pero aunque pensemos que poseemos nuestra mente, nuestra mente puede poseernos a nosotros. El desafío del jaguar en la rueda de la sabiduría no requiere que te arranques el cerebro de la cabeza ni que lo conviertas en tu enemigo. Requiere que optimices tu cerebro, desintoxicándolo y actualizándolo para que puedas alcanzar el don de la sabiduría del jaguar: la conquista de tus miedos primarios y existenciales, especialmente tu miedo a la muerte y tu miedo a ser herido por amor. Es el miedo lo que te mantiene apegado a cosas que debes dejar morir. Es el miedo lo que te impide avanzar en territorio desconocido con la facilidad de un jaguar explorando lo desconocido. Es el miedo lo que te hace centrarte en el poder de dominar a los demás y hacer que sigan tu voluntad cuando es el poder de colaborar y co-crear lo que te has estado perdiendo-el poder de lo divino femenino.

Las deidades femeninas tibetanas, conocidas como dakinis, se representan a menudo sosteniendo un cuchillo con forma de luna en una mano y una copa hecha con una calavera en la otra. Siempre me intrigaron estas imágenes y me pregunté por qué eran tan frecuentes en la región del Himalaya. Cuando empecé a aprender el camino de la medicina del jaguar con chamanes amazónicos que empleaban la ayahuasca -la liana de la muerte- para facilitar su viaje, empecé a investigar sobre las dakinis. Las dakinis representan la unión de la sabiduría, representada por el cráneo, y los medios hábiles, representados por el cuchillo. Estas deidades también representan la separación de los apegos mundanos -lo que el cerebro percibe y desea- para alcanzar la iluminación.

En el mundo de la ciencia, nos identificamos con la mente y con el cerebro, sede de la conciencia. Me preguntaba: ¿Sugirieron las dakinis que había que prescindir por completo del cerebro para alcanzar la iluminación? Recordé haber leído que los antiguos egipcios momificaban todos los órganos del cuerpo para que el faraón fallecido pudiera utilizarlos en la otra vida, excepto el cerebro. Drenaron sin contemplaciones el cerebro del cráneo metiendo dos pajitas por las fosas nasales de la momia.

El cerebro y la mente pueden interponerse en el camino hacia donde quieres ir. Es el jaguar el que nos da el poder y el valor para dar el salto fuera de nuestra necesidad de sentirnos seguros en el mundo y confiar en lo invisible. Y es el jaguar nuestro aliado y compañero mientras descendemos a la oscuridad de la Madre Tierra, entrando en el vientre de lo divino femenino, para sanar aquellas partes de nosotros que están encajonadas en el dolor.

Aquí, en el vientre oscuro, descubrimos el amor de la madre eterna, la que nunca nos abandonará, la que nos sostendrá hasta el final de nuestros días y nos ofrecerá recursos y aliados si renunciamos a nuestro miedo y confiamos en sus caminos amorosos y sanadores. Nos ofrecerá las semillas para crecer y las posibilidades ilimitadas de encontrar y generar amor. Cuando estas semillas germinen, podremos dejar de esperar que las personas a las que queremos nos correspondan exactamente como nosotros queremos. Entonces nos convertiremos en el amor mismo.

El regalo que nos hace Jaguar es el siguiente: nuestro miedo a la desconexión por rupturas sentimentales, distanciamientos o incluso la muerte se verá aliviado por la fe en que el amor encontrará la forma de renovarse en infinidad de formas. Como seres humanos, somos criaturas sociales que necesitamos a los demás, que necesitamos sentir que podemos ser plenamente nosotros mismos, vulnerables pero seguros, con otro ser humano. Nunca olvidaré el intenso sentimiento de conexión que tuve tras salir del aislamiento con Marcela durante la pandemia, cuando vi a un viejo amigo y le abracé. Antes, habría sido un saludo ordinario. Ahora sentía su poder y recordaba la lección del jaguar: el amor está en todas partes, expresándose una y otra vez. No hay por qué temer que desaparezca.

¿Estás listo para experimentar el amor sin miedo, sin fin?