El cambio de la luz

Al acercarnos a la época más oscura del año (en el hemisferio norte) y a la más luminosa (en el sur), estamos llamados a reconectar con el Padre Sol, fuente de toda luz. Me gustaría compartir contigo mis meditaciones solares favoritas, pero primero un poco de historia…

Hace miles de años que utilizamos el sol con fines terapéuticos. El Papiro de Ebers, un texto médico egipcio que data de alrededor del año 1550 a.C., contiene referencias a la helioterapia para tratar afecciones de la piel y otras dolencias. El médico griego Hipócrates, considerado el padre de la medicina occidental, recomendaba la exposición a la luz solar para curarse. En Roma, los solariums, recintos al aire libre para tomar el sol, se utilizaban con fines terapéuticos y de relajación.

En la medicina ayurvédica, un antiguo sistema de curación natural de la India, la luz solar se considera esencial para equilibrar el organismo y promover el bienestar general. En Europa, en el siglo XIX y principios del XX, la helioterapia ganó popularidad cuando el Dr. Auguste Rollier, médico suizo, estableció clínicas en los Alpes donde los pacientes recibían exposición solar diaria. La helioterapia fue vital para el tratamiento de la tuberculosis a principios del siglo XX.

Hoy en día, los beneficios de la luz solar se han visto eclipsados por la necesidad de protección solar. Y vivimos un gran porcentaje de nuestras vidas en interiores y nos embadurnamos de protector solar cada vez que salimos a la calle, legítimamente aterrorizados por el cáncer de piel. Sin embargo, la tasa de cáncer de piel entre los aborígenes australianos, que pasan toda su vida al aire libre bajo el sol, es una fracción de la de los occidentales. ¿Podría deberse a que no han estado expuestos a las toxinas y agresiones cerebrales que sufrimos nosotros?

 

Contemplar el cielo: mi práctica matutina favorita

La contemplación del cielo es una antigua práctica mágica de los monjes budistas del Tíbet, y tiene enormes beneficios para la salud. No sólo obtendrás toda la vitamina D que tu cuerpo necesita, sino que los fotones de la luz matutina reajustarán los ritmos circadianos en tu cerebro. Con este ejercicio, das la bienvenida a la luz del sol al amanecer y conectas a través de la respiración con la naturaleza que te rodea. Aunque vivas en una ciudad ajetreada y sin parques, puedes imaginarte en un bosque o en el Amazonas.

 

Ejercicio: Observación del cielo

Practique la observación del cielo a primera hora de la mañana. Siéntate en una silla cómoda con las manos apoyadas suavemente en las rodillas, los ojos abiertos y la mirada fija en el horizonte. Respira profunda y suavemente. Mientras sigues tu respiración sé testigo de todo lo que aflora a tu conciencia como si fuera una nube en el cielo que aparece y desaparece por sí sola. Fíjate en dónde se te va la cabeza y vuelve a concentrarte en la respiración mientras contemplas el cielo matutino. Las nubes van y vienen, los pensamientos van y vienen, las sensaciones van y vienen.

Con la práctica, todo el ajetreo y las preocupaciones de la mente se disuelven y eres testigo de cada sentimiento y pensamiento con una sonrisa.