La luz primordial y el salvaje de la jungla

El mito de Inkari aparece por primera vez en los pueblos Q’ero. La leyenda dice que después de

fundando el Imperio Inka, Inkari y Collari abandonaron Cusco y regresaron a la Amazonia. Pero hicieron una parada en las aldeas de Q’ero, y el primer padre y la primera madre prometieron volver cuando llegara el momento.

Los Q’ero están encaramados en las tierras altas por encima de la selva, y los aldeanos hacen regularmente el 70

kilómetros hasta la exuberante Amazonia para cosechar coca y otros alimentos. El mito explica que los primeros padres abandonaron los ornamentados edificios de piedra de la ciudad de Cusco

para la selva tropical salvaje y prístina.

Inkari no regresó al Sol, pues no había perecido. Viajó a la selva verde, donde esperaría hasta que llegara el momento de volver al mundo de los humanos.

Los Q’ero recordaron esta promesa bordando la figura del «hombre salvaje de la selva»

en sus tejidos. Este ser es conocido como el chuncho, que representa al «primer ser» que habitó el mundo y que surgió del jardín amazónico.

Si bien puede parecernos contradictorio que el chuncho represente a los seres ancestrales y también la promesa de Inkari de regresar, esto no representa una contradicción para los pobladores andinos, que tienen una comprensión menos lineal del tiempo. En la mente de los andinos, el tiempo puede girar como una rueda, y el pasado volverá, aunque de una forma diferente pero claramente reconocible. Inkari volverá, tal vez ni siquiera como un niño, sino como tú y yo.

El chuncho es una figura en forma de V de la que emanan cuatro rayos, que representan los cuatro

rincones de la Tierra. Es una marca de la casa real de los Inka, y los Q’ero son los únicos pueblos de los Andes que utilizan este motivo en sus tejidos. El patrón no sólo establece la ascendencia regia de este pueblo; también sirve para recordar a todos los pueblos de los Andes el regreso de su padre fundador.

El retorno de Inkari también sirve para explicar la creencia de que volvemos una vida tras otra,

Unas veces nacen negros, otras morenos, blancos, nativos americanos, europeos o africanos. Pero sólo los chamanes que cartografiaban el territorio más allá de la muerte, que conocían el paisaje y las trampas de los reinos entre los mundos, podían nacer en el lugar de su elección.

Sólo ellos pudieron nacer de nuevo en la tierra de Q’ero, un lugar prohibitivo donde crecían muy pocos alimentos, a altitudes que dejarían sin aliento a un hombre corriente. Este era el nido de las águilas, donde podían llegar a vivir sin ser molestadas por quienes preferían la comodidad de los palomares o la ciudad. Y volverían con una misión: marcar el regreso de Inkari.

Pero, ¿hay un significado más profundo en este mito? Siéntate un momento y contempla cómo te afecta este mito a un nivel profundo. ¿Este mito está hechizando tu forma de ver el mundo? ¿Es hora de soltar el hechizo de este mito al fuego y crear una nueva mitología?