La mesa, el tambor y la sonaja como herramientas del chamán

La palabra mesa significa en español mesa, pero también altiplano, el lugar donde el chamán va al encuentro de los espíritus. La mesa de un chamán es un altar portátil (donde va a reunirse con los espíritus) o un botiquín utilizado para la curación, la ceremonia, la oración y la adivinación. El contenido de una mesa varía de un chamán a otro, pero generalmente incluye piedras curativas y otros artefactos que representan elementos de su viaje de curación personal.

Los alumnos de la Escuela del Cuerpo de Luz ganan 13 piedras a medida que participan en ritos e iniciaciones durante el transcurso de su formación. Cada piedra, conocida como khuya, representa una herida que se ha transformado en fuente de sabiduría y valor. Más tarde, en su propia práctica, utilizan estos khuyas en sesiones de medicina energética para ayudar a los demás.

Una mesa también puede contener dones especiales y objetos de poder que ayudan al chamán a comunicarse con los espíritus, alejar las energías negativas y diagnosticar dolencias. Todos estos objetos se envuelven en un paño o bolsa (a menudo un colorido tejido conocido como Mastana). Muchos chamanes llevan su mesa consigo allá donde van. La mesa está conectada, a través de ceremonias, a un linaje de curanderos y curanderas a lo largo del tiempo, lo que permite un acceso constante a su sabiduría curativa. Entre los muchos usos de las piedras de la mesa está el de ayudar a mover y transmutar las energías dentro del LEF y del cuerpo físico del cliente.

Un chamán también suele utilizar un sonajero o un tambor para salir de la realidad ordinaria y entrar en un estado de trance en el que «viaja» en nombre de su cliente. El sonajero y el tambor del chamán son herramientas de inducción del sonido. Los sonajeros representan a la Tierra girando sobre su eje. Cuando hacemos girar nuestros sonajeros, empezamos a hacer girar nuestro mundo y el mundo de nuestros clientes en la dirección correcta. Los sonajeros, como los tambores, nos ayudan a entrar en un estado elevado de conciencia para que podamos rastrear el paisaje energético, no la verdad y la realidad superficiales. Esto nos permite ver más fácilmente lo que hay detrás de la manifestación física de la enfermedad de un cliente, ya que el chamán sabe que todas las dolencias físicas son el resultado de perturbaciones en el LEF. Tanto el tambor como el sonajero se utilizan para romper y disipar las energías atascadas o pesadas dentro y alrededor del cuerpo, así como para abrir espacios sagrados.

Hace muchos años en Perú (como se describe en mi libro, Estados Curativos), me enteré de que la mesa está dividida en tres zonas: la campo ganadero (campo de la oscuridad) a la izquierda; el campo justiciero (campo de la luz, o justicia) a la derecha; y el campo medio o campo neutro, un lugar entre los campos de la luz y la oscuridad. Mi guía chamán, don Eduardo, me explicó que estas fuerzas no son ni positivas ni negativas, sino que lo que los seres humanos deciden hacer con ellas las convierte en buenas o malas.

El chamán ve el universo y la tierra como algo sagrado y vivo, donde el espíritu lo impregna todo. Es nuestro deber establecer un diálogo con lo sagrado, o una conexión con el universo, y lo hacemos a través de la mesa. Lo primero que hacemos cuando abrimos nuestra mesa es alimentarla, con energía de lugares de poder, y con nuestra propia energía de la respiración; ofrendas y oración a la naturaleza