-REGALOS MÉDICOS DE LA CÁMARA DEL TESORO

Si Billie Holiday nunca hubiera aprendido a utilizar su voz conmovedora para dejar constancia de su lucha contra el racismo, o si Ana Frank no hubiera vertido en su diario su angustiosa historia de cómo se escondía de los nazis, su sufrimiento habría abrumado sus vidas y el mundo entero se habría empobrecido por la pérdida. En cambio, cada mujer utilizó sus dones para superar circunstancias desalentadoras y lanzarse hacia su destino.

Por extraordinarios que sean estos ejemplos, cada uno de nosotros tiene dones: tesoros que podemos traer del Mundo Inferior y que nos conducirán a nuestro destino. Muchos de nosotros no somos conscientes de estas capacidades ocultas porque nos hemos acomodado al estilo de vida que nos exigen la familia, el trabajo y las circunstancias. Nos subimos a un «tren por la vida» y nos quedamos en él, independientemente de si es el correcto o no. Nos quedamos a bordo simplemente porque hemos encontrado un asiento y es demasiado engorroso recoger nuestro equipaje y cambiar de rumbo en la siguiente estación. Por ejemplo, en la universidad hacemos una prueba de aptitud que indica que tenemos talento para una carrera de medicina, cuando lo único que quiere hacer nuestra alma es diseñar aviones. Así que nuestros consejeros nos orientan hacia la facultad de farmacia y acabamos contando pastillas mientras miramos con nostalgia las nubes. Hemos perdido nuestra vocación.

Sin embargo, puedes viajar a la Cámara de los Tesoros para recuperar una parte del alma que reunirá los implementos que necesita para expresar tu vocación. Estas herramientas se denominan «dones medicinales» porque llevan dentro el poder de manifestar una nueva dimensión de expresión en tu vida: te permitirán subir a un nuevo tren hacia un nuevo destino.

Las herramientas son metáforas de muchas formas. El tuyo puede ser un pincel o incluso algo tan sencillo como una piedra o un grano de arroz. Estos regalos de la medicina nunca son sólo lo que parecen: Tienen una cualidad mítica y misteriosa que debes descubrir por ti mismo. Una pluma que descubres en la Cámara de los Tesoros, por ejemplo, no es sólo un instrumento de escritura, sino también una herramienta que despertará a tu poeta interior.

Estas herramientas no estarán ahí esperándole, como un anillo de diamantes en una joyería. Lo que hace que el anillo sea precioso en primer lugar es que la piedra tuvo que extraerse primero de la tierra con un gran coste humano. Como si excavaras en busca de diamantes, tienes que adentrarte en la Cámara de los Tesoros para encontrar herramientas de valor. Serán los regalos de tu subconsciente, no las llaves inglesas y los alicates de tu trabajo diario o de tu vida familiar. Son los materiales del místico, el sabio, el artista y el científico.

Ahora bien, aunque tendemos a ver las cosas en el contexto de «cuanto más grande, mejor», en realidad la herramienta más sencilla suele ser la mejor. Compramos enormes todoterrenos y nos olvidamos de usar las piernas hasta que están demasiado débiles para servirnos. Compramos la barbacoa de gas perfecta y nos olvidamos de cómo encender el fuego. Encargamos el ordenador portátil más caro para escribir una novela, cuando basta con un bolígrafo y un papel. Y nos olvidamos de que los mitos y las leyendas están llenos de héroes y heroínas que superan obstáculos increíbles con herramientas básicas que les venían como anillo al dedo.

La historia bíblica de David y Goliat ilustra lo que puede ocurrir cuando respondemos a nuestra llamada con la herramienta adecuada. David, un simple pastor, cambió el curso de la civilización occidental cuando derrotó a Goliat con una simple honda y acabó convirtiéndose en rey de Israel.

Cuando encontramos nuestra herramienta, puede encaminarnos hacia el destino, pero no significa que ya no tengamos que luchar contra el gigante. Nuestra herramienta no es una varita mágica que hace que todo vaya mejor, simplemente nos permite enfrentarnos a situaciones que nos parecen insuperables, abrumadoras y desalentadoras.

Como en la historia de David, el riesgo es enorme, las condiciones desesperadas y la recompensa extraordinaria. Pero cuando empleamos nuestros tesoros profundamente enterrados para servir a nuestra vocación, los resultados son nada menos que milagrosos: Pasamos de ser pastores a convertirnos en reyes en nuestra vida interior.

La semana que viene: Encontrar un tesoro enterrado.