Sanar las maldiciones generacionales

Las maldiciones no son sólo malos deseos que recibimos de personas que desean hacernos daño. También pueden heredarse de nuestros antepasados, que hicieron contratos con el Espíritu en tiempos de coacción. Estas maldiciones generacionales pueden manifestarse en los 4 niveles de compromiso: físicamente, en el nivel de la serpiente, emocionalmente, en el nivel del jaguar, sagrada/míticamente, en el nivel del colibrí, o energéticamente en el nivel del águila.

La forma que tiene el chamán de curar una maldición generacional es a través del camino del fuego o tantra, es decir, el camino transformador mediante la realización de una
ceremonia del fuego
y liberando en la llama todo lo relacionado con un tema concreto que corre intergeneracionalmente en tu familia.

Las heridas emocionales que causamos a los demás pueden ser tan poderosas que pueden sentirse no sólo durante toda una vida, sino durante generaciones. En el Amazonas se habla de maldiciones generacionales: El terror que una madre con problemas inflige a sus hijas lo sienten sus hijas y las hijas de sus hijas, y el duro castigo que un padre impone a su hijo lo sienten muchas generaciones. Esto funciona también a nivel colectivo. Por ejemplo, el legado del colonialismo y la esclavitud no desapareció cuando murieron los esclavos originales: sus experiencias afectaron a la forma en que criaron a sus hijos y a la forma en que esos hijos criaron a sus hijos. Lo mismo ocurre en las familias en las que hay alcoholismo, enfermedades mentales o malos tratos. Incluso los nietos de quienes lo perdieron todo durante la Gran Depresión siguen enfrentándose a problemas de escasez.

Las maldiciones generacionales suelen ser invisibles para nosotros, ya que nacemos con ellas y las consideramos parte de nuestra «piel». Es importante ser conscientes de tales legados para que
podamos sanarlos
en lugar de condenar a nuestros hijos a vivir como reacción a una herida infligida a nuestra abuela hace 75 años. Vivir en consecuencia significa curar esta herida en lugar de transmitirla como herencia a nuestros hijos.

Para identificar las maldiciones generacionales que corren en tu familia, encuentra un lugar tranquilo para sentarte y
abra un espacio sagrado
. Siéntese en silencio e identifique los temas intergeneracionales de su familia. Acuérdate de buscar temas tanto por parte de tu madre como de tu padre. Por ejemplo, quizá los hombres de tu familia, como los míos, lo perdieron todo a los 49 años. O quizás los matrimonios sin amor y los divorcios traumáticos son el tema de su familia.

Di estos temas en voz alta y sopla cada uno en un palo o una flecha de la muerte. Luego quema el palo en el fuego con la intención de formar un nuevo acuerdo con el espíritu, uno que sea positivo y que afirme la vida. Convierte este acuerdo en una afirmación y pronúnciala en voz alta. Al llevar las maldiciones generacionales al fuego, retirándolas para siempre y sustituyéndolas por nuevos acuerdos con el espíritu, nos sanamos a nosotros mismos y a las generaciones pasadas y futuras.

Cuando rompemos nuestras maldiciones generacionales, nos damos cuenta de que somos los autores de nuestro destino, de que estamos en un viaje de héroes y de que todas las cosas que ocurrieron en el pasado, incluidas las maldiciones generacionales, son fuente de grandes dones y lecciones si elegimos verlas como tales.

Este es un acto de poder y coraje que nosotros, como chamanes, hacemos ante el Espíritu. Elegimos vivir heroicamente, dejando de ser víctimas de nuestro pasado o de nuestra educación.

¿Qué maldiciones generacionales debilitantes tienes el valor de liberar hoy?