-Ánimo

Sabemos que como guerreros luminosos nuestro objetivo es construir relaciones de colaboración con los demás en lugar de intentar conquistarlos; en consecuencia, nos acercamos mucho más a encontrar puntos en común y soluciones a nuestros problemas mutuos. En lugar de aferrarnos a la creencia de que no tendremos suficiente o de que se aprovecharán de nosotros, extendemos valientemente la confianza y encontramos soluciones beneficiosas para todos. Esto parece ingenuo, por supuesto, y una parte de nosotros dice que la vida real no funciona así, pero los organismos más exitosos de la naturaleza son el resultado de colaboraciones. El propio cuerpo humano es el producto de una docena de órganos y muchos tipos diferentes de tejidos que trabajan juntos.

Sin embargo, también sabemos que ser un guerrero luminoso requiere mucho valor. El coraje adopta muchas formas diferentes, como el coraje físico frente al daño corporal o la muerte, el coraje social frente al rechazo o la exclusión, el coraje intelectual para comprometerse con nuevas ideas y conceptos, y el coraje moral para hacer lo correcto frente a la oposición o la desaprobación. Basta con echar un vistazo a los acontecimientos actuales para saber que vivimos en una época que exige de nosotros un gran valor a diario. A veces hace falta valor físico para marchar contra el racismo. A veces hace falta valor social y moral para denunciar la injusticia frente a la oposición o la desaprobación. A menudo, debemos seguir abordando con valentía nuevas ideas y conceptos, incluso cuando nuestros allegados no lo entienden.

¿Cómo encontrar el equilibrio entre enfrentarse a la oposición con valentía y establecer relaciones de colaboración? Como guerreros luminosos, nunca olvidamos abrir los ojos para poder ver en los demás la capacidad de paz, aunque no la estén expresando. Algunos psicólogos dirían que proyectamos nuestro lado oscuro (nuestras sombras) en los demás, creando adversarios para evitar mirar dentro de nuestro propio yo no sanado. Hacer que los demás se equivoquen nos distrae del poder que tenemos para eliminar nuestro propio potencial de ser acosadores, y nos impide acceder a nuestra energía creativa y sanadora, que podemos utilizar para colaborar y soñar con la creación de un mundo mejor.

En mi propio viaje de sanación, comprendí que, como todas las personas, estoy hecha de la Luz Primordial. Cada célula de mi cuerpo lo saborea. Y cuando olvido esto por un momento, me contraigo. Empiezo a preguntarme quién soy, qué hago en esta situación y adónde voy con mi vida. Veo batallas a mi alrededor que siento que tengo que librar. Cuando esto ocurre, intento estar en silencio y encontrar la luz interior, y recordar que mi naturaleza es idéntica a la Luz Primordial. Yo soy la luz.

La Luz Primordial alberga recursos ilimitados que están a nuestra disposición y nos permiten enfrentarnos a la oposición con gran valentía y, sin embargo, encontrar formas de colaborar con gran amor. Hagas lo que hagas hoy, recuerda que eres la luz, así que hazlo con gran valor y con gran Amor.