Bailando con la sombra

La teologΓ­a masculina que domina la cultura occidental ha devastado nuestra tierra y cortado nuestra relaciΓ³n con lo sagrado. Podemos ver los efectos de esta teologΓ­a a lo largo de la historia: cΓ³mo Β«la tierra estΓ‘ maldita a causa de las mujeresΒ», como nos dice el Libro del GΓ©nesis, o la persecuciΓ³n de las mujeres sabias durante la InquisiciΓ³n, y cΓ³mo lo masculino distorsionado sigue moldeando nuestra realidad hoy en dΓ­a.

El erudito suizo Carl G. Jung acuΓ±Γ³ el tΓ©rmino Β«sombraΒ» para describir las partes de nosotros mismos (o de Dios) que repudiamos y proyectamos en los demΓ‘s. Jung arrojΓ³ luz sobre el concepto del mal permitiΓ©ndonos comprender el mecanismo de la sombra a nivel personal y colectivo. AsΓ­ que el diablo se convierte en la sombra de Dios… ΒΏHay algo que no sea Dios? Sin embargo, la mitologΓ­a judeocristiana sugiere la existencia de un principio maligno independiente, igual en poder al Creador.

SΓ© que esta conversaciΓ³n no te va a ayudar a pagar el alquiler, pero es importante comprender la perspectiva chamΓ‘nica del mal, y cΓ³mo lo describe tan elegantemente la nociΓ³n junguiana de la Sombra. SegΓΊn la cosmologΓ­a chamΓ‘nica, nada de lo que necesita esconderse en la oscuridad tiene un autΓ©ntico poder propio. El mal existe, pero sΓ³lo en el corazΓ³n de los hombres y mujeres, y lo que da al mal su poder es el miedo.

Vaya. SiΓ©ntate un rato. AsΓ­, cuando practicamos la intrepidez, dejamos de convertir a nuestros demonios en enemigos y empezamos a convertirlos en aliados. Empezamos a amar a nuestros demonios: el juicio, la impaciencia, incluso el miedo… en lugar de luchar contra ellos.

Podemos empezar el proceso de transformar nuestros demonios en aliados llevando un diario de sueΓ±os.