-La unidad y la reducción de las toxinas en nuestro cerebro

Hablemos de la relación entre lo que entra en nuestros intestinos y cómo afecta a nuestro cerebro. El cerebro del intestino es una red de más de 100 millones de neuronas que se comunican directamente con el cerebro del cráneo. A este «cerebro visceral» no le preocupa la poesía, el amor, la filosofía o si hay vida después de la muerte. Su trabajo consiste en la digestión diaria: descomponer los alimentos para extraer y absorber los nutrientes y eliminar los desechos.

El intestino-cerebro es una superautopista con muchos carriles por los que la información fluye continuamente entre el cerebro de la cabeza y el cerebro del vientre. El estrés mental y emocional desencadena respuestas físicas que afectan al intestino, mientras que las alteraciones del microbioma -la colonia de microorganismos del intestino- afectan al funcionamiento y la salud del cerebro.
Las toxinas intestinales
están asociadas a la mayoría de las enfermedades de la vida moderna.

Las toxinas en el intestino también crean un obstáculo para nuestra experiencia de unidad. ¿Cómo funciona? El intestino se comunica con el cerebro a través del nervio vago, que serpentea por el cuerpo desde el intestino, indicando al cerebro si tiene hambre o está satisfecho y transmitiendo los mensajes del instinto intestinal. El intestino también produce el 90 por ciento de la serotonina del organismo. La serotonina es tanto una hormona como un neurotransmisor y desempeña un papel crucial en el desarrollo de nuestro cerebro anterior, la región del neocórtex donde se puede experimentar el aprendizaje, la espiritualidad, el amor o el altruismo.

La serotonina también potencia el crecimiento de las neuronas del hipocampo, la región del cerebro que nos permite vivir nuevas experiencias. Cuando esta parte del cerebro está dañada, ya no aprendemos nada nuevo. Vivimos en un mundo de «ya lo he hecho». Al anochecer, nuestra glándula pineal convierte la serotonina en melatonina para indicar al cerebro que es hora de abandonar el mundo ordinario y entrar en el reino del sueño y los sueños. Algunos llaman a la serotonina la hormona del «bienestar» o de la «felicidad». Es químicamente análoga al DMT, la «molécula espiritual» de la que hablamos en los dos blogs anteriores sobre la unidad y la reducción de azúcares y proteínas en la dieta.

La glándula pineal produce suficiente DMT para que tengamos la experiencia de la Unidad, y un sentido de nuestra interconexión con toda la creación. Así pues, atender a la salud intestinal es importante y debemos centrarnos en limitar los estragos causados por nuestros malos hábitos alimentarios y nuestro estilo de vida sedentario. Cuando el bioma intestinal se desequilibra con microorganismos nocivos, éstos empiezan a producir toxinas que causan estragos en el sistema inmunitario y alteran el estado de ánimo.

Si los bichos de tu barriga no son felices, tú no eres feliz, por muchos libros de autoayuda que leas o mucho yoga que hagas. Pregúntese lo siguiente: ¿Duermo bien? ¿Puedo recordar mis sueños por la mañana al despertarme? ¿Soy capaz de soñar lúcidamente, sabiendo que estoy soñando mientras estoy en el sueño? ¿Aprendo rápido? ¿Soy capaz de adaptarme fácilmente a nuevas situaciones? ¿Puedo dejar el estrés del trabajo en la oficina y no llevármelo a casa?

Si has respondido que no a alguna de estas preguntas, ¡tienes que mejorar tu intestino!

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