-MEDITAR POR UN MUNDO DE PAZ Y ABUNDANCIA

Estoy convencido de que la meditación es el método que empleaban los sabios de Oriente para acceder al poder del
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. Para nosotros, en Occidente, sólo sirve como medio de relajación. Para los Laika, la meditación es un viaje: entrar en el Ahora atemporal para sanar los sucesos ocurridos en el pasado y corregir el curso del destino. Es el primer paso para acceder a lo divino en la naturaleza y en nosotros mismos. En el Ahora Intemporal, el destino cuelga como una fruta madura para que la recojamos. Este es el fruto del segundo árbol del Edén, el fruto de la vida eterna.

En muchas comunidades indígenas, los ancianos se sientan a meditar, imaginando el mundo que quieren que hereden sus nietos: un mundo en el que los ríos y el aire estén limpios, haya alimentos para todos y la gente viva en paz. Rastrean nuestras líneas temporales colectivas para encontrar un futuro más armonioso. No es el futuro probable, porque ya saben lo que será: un mundo muy parecido al actual, lleno de contaminación, devastación y guerra. En su lugar, buscan un futuro posible, por improbable que sea, en el que la gente viva en armonía con la naturaleza y en paz con los demás. Los sabios de antaño llamaban a esto «soñar con la existencia del mundo».

Tanto si nos damos cuenta como si no, todos estamos soñando el mundo, aunque la mayoría de la gente ha perdido la capacidad de guiar el sueño y, como resultado, está a merced de la pesadilla colectiva. Los chamanes saben soñar con los ojos abiertos para imaginar lo posible. No se trata de una fantasía o alucinación, sino de la naturaleza última de la realidad misma, donde uno puede realmente dirigir y guiar el sueño. Así es como se produce la creación.

El tiempo del sueño -la matriz creativa- existe en un lugar dentro de nosotros. Infunde toda la materia y la energía, conectando cada criatura, roca, estrella, rayo de luz o trocito de polvo cósmico. Para el chamán, soñar la realidad no es sólo una habilidad, sino un deber que debemos cumplir con gracia y amor para que nuestros nietos hereden un mundo de paz y abundancia.

Esta es nuestra tarea fundamental hoy: mirar a través de una estrecha ventana hacia el futuro para descubrir en qué se convertirá nuestra especie dentro de 10.000 años, y traer esa visión de vuelta al presente para informar a la persona en la que nos estamos convirtiendo hoy. De este modo, podemos participar conscientemente en nuestra propia evolución.

Muchos de nosotros hemos intentado meditar, pero dejamos de hacerlo cuando nos aburrimos o frustramos. Intenta concentrar tu mente en un único punto u objeto. Los Laika desarrollaron una forma de meditación llamada Parar el Mundo. Inhalan y siguen su respiración hacia su cuerpo, exhalan y siguen su respiración para unirse a las montañas y al viento. Con el tiempo, se convierten en su aliento y son capaces de cabalgar el viento a cualquier lugar que elijan, para visitar en su imaginación los cuatro rincones del mundo.

Prueba esto:

Siéntate en una habitación a oscuras con una pequeña vela encendida delante de ti. Mientras miras la vela, observa que tu conciencia es como la llama, que va de aquí para allá, primero en una dirección y luego en otra.

Invita a tu mente a ser el observador mientras te concentras en la inspiración. Encuentre el espacio en la parte superior de la respiración donde los pulmones están cómodamente llenos y haga una pausa allí por un instante, diciendo en silencio «Yo soy…»

Al exhalar, observa cómo tu respiración agita la llama ligeramente. Suelta todo el aire de tus pulmones y, al final de la respiración, haz una pausa de un instante y di en silencio «Mi respiración…».

Yo soy mi aliento».

Continúa el ejercicio durante cinco minutos. A medida que se sienta más cómodo sin moverse, aumentará gradualmente la duración de la inhalación y la exhalación.

Las investigaciones han demostrado que la meditación alarga los telómeros, los extremos de los cromosomas que protegen la integridad del ADN y determinan la salud y la longevidad. Del mismo modo que el estrés activa los genes que generan las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, la serenidad de la meditación activa los genes de una vida larga y sana.